REHABITAR LA MEMORIA: REFORMA EN BERLANGA DE DUERO
Mapi y Jesús nos confiaron un encargo tan sensible como estimulante: transformar la planta baja de la casa familiar de vacaciones en Berlanga de Duero (Soria), un lugar lleno de recuerdos y tradición, en un espacio habitable y autónomo para sus padres. La intervención debía respetar la esencia del inmueble —una construcción tradicional de tres plantas con estructura de entramado de madera, muros de piedra y adobe— y, al mismo tiempo, responder a las nuevas necesidades de confort, accesibilidad y eficiencia energética.
El objetivo era claro: convertir el antiguo establo en la planta baja, aún en su estado original, en una vivienda funcional que incluyera un dormitorio, baño, salón y cocina-comedor, y que pudiera funcionar independientemente del resto de la casa cuando sus padres fuesen solos a pasar unos días allí. Un gesto de cuidado intergeneracional, pero también una oportunidad para revalorizar la arquitectura vernácula de la zona.
La intervención comenzó con la restauración de la estructura de madera existente, sustituyendo únicamente los elementos deteriorados y conservando al máximo los originales. Asimismo, se reconstruyeron con técnicas tradicionales algunos de los paños de piedra de la planta baja, devolviendo solidez y carácter al volumen original. El resultado es un espacio que dialoga con la historia y el entorno, integrando lo nuevo con respeto y sutileza.
Las imágenes que siguen muestran el proceso y el resultado de esta intervención donde tradición, funcionalidad y sensibilidad arquitectónica se dan la mano.
Mapi y Jesús nos confiaron un encargo tan sensible como estimulante: transformar la planta baja de la casa familiar de vacaciones en Berlanga de Duero (Soria), un lugar lleno de recuerdos y tradición, en un espacio habitable y autónomo para sus padres. La intervención debía respetar la esencia del inmueble —una construcción tradicional de tres plantas con estructura de entramado de madera, muros de piedra y adobe— y, al mismo tiempo, responder a las nuevas necesidades de confort, accesibilidad y eficiencia energética.
El objetivo era claro: convertir el antiguo establo en la planta baja, aún en su estado original, en una vivienda funcional que incluyera un dormitorio, baño, salón y cocina-comedor, y que pudiera funcionar independientemente del resto de la casa cuando sus padres fuesen solos a pasar unos días allí. Un gesto de cuidado intergeneracional, pero también una oportunidad para revalorizar la arquitectura vernácula de la zona.
La intervención comenzó con la restauración de la estructura de madera existente, sustituyendo únicamente los elementos deteriorados y conservando al máximo los originales. Asimismo, se reconstruyeron con técnicas tradicionales algunos de los paños de piedra de la planta baja, devolviendo solidez y carácter al volumen original. El resultado es un espacio que dialoga con la historia y el entorno, integrando lo nuevo con respeto y sutileza.
Las imágenes que siguen muestran el proceso y el resultado de esta intervención donde tradición, funcionalidad y sensibilidad arquitectónica se dan la mano.
En la fachada que da al patio trasero se abrió una nueva ventana para mejorar la iluminación natural del interior. Se restauró el muro de piedra de la planta baja y se renovó el revoco de las plantas superiores. Tanto los tonos elegidos para el acabado como el rejuntado de la piedra se seleccionaron cuidadosamente para armonizar con la paleta cromática del casco antiguo de Berlanga de Duero, asegurando que la intervención dialogara con el entorno sin romper su identidad.
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En la fachada que da a la calle se incorporó una nueva ventana en la planta baja, aportando mayor luminosidad al interior. El revoco de la fachada fue renovado con especial cuidado, manteniendo una paleta de colores en sintonía con la estética del Casco Histórico, para preservar la coherencia visual del entorno urbano.
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Detalle de la nueva ventana abierta hacia el patio trasero. Una hilada de ladrillo tosco colocado a soga actúa como línea de imposta, marcando la transición entre el muro de piedra de la planta baja y el revoco de la primera planta. La altura del alféizar, junto con su generosa profundidad, lo convierten en un rincón perfecto para sentarse y disfrutar de las frescas tardes de primavera.
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En el nuevo espacio de cocina-comedor se instaló una caldera de pellets, una solución eficiente y sostenible para asegurar el confort térmico durante los fríos inviernos sorianos. Allí donde fue posible, se dejaron a la vista tanto el carácter robusto de los muros de piedra como el entramado original de madera de sabina, poniendo en valor los materiales tradicionales. Los nuevos elementos estructurales de madera se mantuvieron en su tono natural, diferenciándolos sutilmente de los originales y subrayando el diálogo entre lo existente y lo incorporado.
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La cocina-comedor se ubicó en la zona central de la planta, actuando como espacio articulador entre el pequeño salón de entrada y el dormitorio orientado al patio trasero. Esta disposición no solo responde a criterios funcionales y de uso cotidiano, sino que también favorece una circulación fluida y natural a lo largo de toda la vivienda. La cocina se convierte así en el corazón del hogar, conectando las distintas estancias y potenciando la sensación de continuidad espacial en un entorno compacto pero cuidadosamente diseñado.
La planta primera presentaba un estado muy deteriorado: el suelo mostraba importantes desniveles, el yeso de las paredes se deshacía al tacto y la pintura se desprendía en grandes zonas. Para devolverle estabilidad y confort, se niveló el pavimento y se colocó un nuevo acabado de laminado de madera, cálido y resistente. Las paredes se regularizaron con revoco de cal, un material tradicional y permeable al vapor, que permite que el edificio respire y conserve su capacidad de autorregulación higrotérmica, clave en construcciones de este tipo.
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ANTES Y DESPUÉS